lunes, 1 de octubre de 2007

Del remake y otros demonios



El Viernes fuí al cine con toda la ilusión del mundo.

Un tanto recelosa y bajo aviso de que la película que me disponía a ver era una prueba más de que las versiones americanas más que adaptar, distorsionan sino destrozan y desbaratan.

Pero bien, confiaba en Zach Braff y en Paul Haggis, y tenía la esperanza de encontrarme con un producto menor pero correcto.

Para el que haya visto "L'ultimo Bacio", no hay color.

La original Italiana tiene fuerza, credibilidad, ritmo y actores grandiosos.

Su homónima americana, no es floja, es peor.

Aburre. Es desangelada y nímia. Pava.

Pero si hasta consiguen que Rachel Bilson salga fea!

Y me ciño a lo puramente estético...

Los prototipos yankees no cuadran con la esencia del guión. No cuajan.

¿Cómo se puede sustituir una imaginería religiosa en el Trastevere de Roma por una fábrica de quesos?

Ese detalle, lo dice todo.

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