martes, 30 de septiembre de 2008

Vale, sí


Recurro en primera instancia mi propio veredicto y donde dije digo digo sí a Ghesquière.

Lo califiqué de enfermo de sí mismo.

Y lo retiro.

Me entusiasma su ejército de androides impasibles y me encandila el tratamiento de sus tejidos de ciencia ficción.

Eso no es revisitarse, o sí, pero es rizar el rizo y llegar al mismo sitio de donde has salido pero con una maravillosa vuelta de tuerca.




























No es cariz para Balenciaga












¿ O sí? Porque yo ya no sé quién es quién en este patíbulo de jornaleros de los conglomerados del puñado de dólares.
¿Nicolas et ses copains ou Le malade imaginaire?
Estar borracho de tí mismo es la peor de las distorsiones por muy fiel que te seas.
Pero puntualizo: Ghesquière, me chiflas lo mismo que Galliano y siempre te he defendido.
No me gustas hagas lo que hagas, pero todo lo que haces me gusta.
No por gustar. Sino porque te gusta lo que haces aunque lo que haces no guste. Te gustas. Y eso, me gusta.
Si los escritores se citan porque no van a autoplagiarse los diseñadores.
Como se dice por aquí "d'on no n'hi ha no hi raja".
Y si puedes exprimirte, es que algo tienes. Aunque sea un envide.

El hombre sin rostro, el yeti, la mujer barbuda y otras tantas criaturas extraordinarias

Me apasiona el circo de los horrores. El circo (hasta el del sol) es deprimente, angustioso y decadente y querer hacer de ello un espectáculo conmovedor y jovial es como empeñarse en que Gareth Pugh es un fenómeno emergente.
Pero esos circos de hombres elefante son absolutamente deliciosos, fiel distorsión de la vida alegre.
Martin Margiela, ese hombre que no existe y que cumple 20 años en el mundo de la moda, ese que alimenta a contracorriente y del que se nutre en contra de toda lógica (propia y externa) se rinde homenaje a sí mismo haciendo un remake de su obra y poniendo la guinda a un pastel sangrantemente burlesco.
Es como si Viktor & Rolf se hubieran metido un tripi.
Fascinante.





































lunes, 29 de septiembre de 2008

Cuando Theyskens sabe a Nina Ricci


Siguen siendo ninfas, pero mas lánguidas que nunca,


son pálidas, frágiles, desgarbadas, y nada místicas. Ya no,


son brutalmente imperfectas, carentes, casi taradas,


desangeladas, impávidas, frías, fluidas pero ásperas.











































domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Viste Michelle Obama de Balenciaga?


¿Me lo parece a mí o la jefa del jefe, la Carla Bruni afroamericana, la que cobra el doble que el futuro presidente de Estados Unidos, la que duerme con Obama, va vestida de Balenciaga?

Gareth Pugh: los delirios de grandeza de alguien que cree estar entre Alexander McQueen y Balenciaga





Menos mal que ha empezado París, ¿verdad?

Lo que no me esperaba es que "quedara inaugurado este pantano" con Pugh (¡puagh!), al que creí que habíamos perdido del todo y que el buen hombre se había metido a franciscano.

Pero no, ha sido ascendido a los altares de la moda.

Por mucho que se haya empeñado en acuñar una nueva rama de nobleza: la intergaláctica, yo lo único que veo es a un Cervantes que no sueña con molinos, sino con Blade Runner.

Pero él, va a su bola.

Aunque la verdad, a estas alturas de la película, mucho mejor pecar por exceso que por defecto; mejor esto que Gucci, que Fendi, que casi un poco de todo Milán.






























jueves, 25 de septiembre de 2008

¿Nadie hablará de Cristina cuando hayamos muerto?

Me ha gustado muchísimo su colección para Salvatore Ferragamo, aunque esté plagado de vestidos paracaídas o túnica, me fascinan, qué voy a hacerle, aunque los borde Lanvin y los copie Halston, pero los de Ortiz son distintos; a mí me parece que esta chica es dicreta, prudente y muy sabia. Yo al principio la veía muy Gucci y estirada, pero ahora incluso adivino en ella la huella que le dejó Miuccia Prada.









Y me gusta Dell'Acqua. Qué le voy a hacer. Me encantó lo que hizo para Malo en Nueva York y aunque no hay traido de vuelta el espíritu boudoir, le pillo el punto al dente.


















Con Gwyneth Paltrow no sé que me pasa últimamente, le había cogido una manía terrible pero la veo más guapa que nunca (moraleja: no hay que pasar demasiado tiempo con Madonna).





Y mi última mención es para ella, la siempre impecable Giovanna (Battaglia).













miércoles, 24 de septiembre de 2008

Ya lo he asimilado


Sí, ya tengo un veredicto. Y Anna Piaggi también.
Y es que descifrar el mundo de Prada es como instruir el más escatológico de los casos: te descompone.
Lo que hace Miuccia roza lo delictivo pero uno nunca puede dictar sentencia en su contra.
Por mucho que hasta la más rígida de las morales se vea implicada.
Los cánones estéticos que uno creía defender hasta el momento se desmoronan en un suspiro cuando alguien es capaz de perfilar un universo tan frágil como obsceno a golpe de hilo.
Cuando lo creíamos todo perdido en favor del futurismo, las estructuras y los volúmenes retrocedemos en el tiempo y en el espacio y volvemos a los orígenes de la nada, a las siluetas vírgenes que rezuman abundancia.
Un universo de contradicciones en un mundo de estandarización.
Ella siempre a contracorriente: cuando a los demás les da por radicalizar el lujo, a Miuccia le da por la aridez.
Gracias por hacernos creer.
In Prada, we trust.

martes, 23 de septiembre de 2008

No sé de quién vestirá el diablo, pero yo seguramente, visto de Prada




Estoy fascinada, aunque como es habitual cuando se trata de Miuccia, todavía no sé si es bueno o malo.
Que sonara Elvis Preysley de fondo mientras una de las modelos se caía en redondo sin lugar a disimulo o sonrisa de medio lado que despertara el aplauso del aturdido público, no hace más que alimentar mi desconcierto.
No sé si ellos habrán asimilado esta desnuda y primitiva colección.
Yo todavía sigo algo aturullada.


































































































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