miércoles, 11 de julio de 2007

Resistiré

En un mundo cada vez más globalizado así cómo exclusivo, las marcas que en su día apostaron por una moda de masas en contraposición a las casas de lujo, buscan ahora hacer de la "exclusividad" un sello propio.

Marcas cómo Hennes and Mauritz, Mango, o Topshop, las grandes en el mercado internacional, parecen en busca de un diferencial.

Lo exclusivo de lo masivo.

Lo caro de lo barato.

Porqué lo que da ahora dinero no es vender mucho a poco precio sino poco pero con un ámplio margen de beneficio.

Y eso, aunque a otra escala, es por lo que se decantan ahora los gigantes todoterreno de la moda.

Esa parece ser la regla que vienen aplicando.

En un mundo dónde cada vez resulta más difícil destacar, lo inaúdito, lo remoto, lo no visto, es lo que se busca.

El consumidor prefiere pagar un poco o un mucho más por una pieza menos accesible. Limitada. Y me incluyo dentro del pack.

Más allá de que mi única vía de acceso a un diseño de Mcartney o Viktor & Rolf es su bajada a los infiernos colaborando con sus más directos enemigos: aquellos que los copian a precio de saldo, dentro de lo que me puedo permitir prefiero pagar más por un diseño que sé que no me voy a encontrar en una de cada díez personas que me cruzo por la calle (solo en una de cada cien...y bajando).

Y ya no solo hablamos de la instrumentalización de los grandes de la moda.

Si se quiere ir más allá conviene utilizar la imagen de un famoso que no pertenezca de manera directa al sector aunque sí forme parte del star system. Todos sabemos que seguramente no dibuja ni la o con un canuto, pero nos mentimos pensando que confeccionará lo que nosotros nos vamos a poner.

Esa si que es buena.

La única forma de tener algo suyo es pasando por sus cajas.
Y lo peor es que picamos.
¿Pero cómo se hace para no caer?

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