miércoles, 23 de enero de 2008

Evangelización




La magnificencia de la HC reside en su obscena exclusividad y en su ostracismo numérico, en su desidia mundana, en su asco por lo banal; su tiranía es su alma y su despotismo su esencia, nunca fue democrática y de ahí su virtud, pero antes era jactante nobleza en busca de lujo factible , y ahora es puro espectáculo prevaricador.

La grandeza de la Alta Costura no está ahí fuera, está sobre la pasarela y es transitoria y fugaz, está en los detalles, en la exactitud, en la cautela y el mimo, sí, sin mesura y sin juicio, sin cordura y sin razón . No reside su magia en su rancio abolengo sino en su recalcitrante delirio, en su irreal raciocinio, en su pompa, en su derroche, en su fastuoso esplendor; en su lujuriosa disciplina y en su pecaminosa “malversación”.

De bambalinas hacia afuera solo las mecenas del selecto club rompen la barrera de ese proteccionismo forzoso que impone su marginadora condición, pero ellas cortan, pegan y colorean a su gusto, y para entonces, ya se ha roto la fuerza, el nervio, el impulso creador; el punto de cocción.



















Lacroix se debate eternamente entre el rigor de la corte francesa y la anarquía jocosa de la españolidad; pero siempre con una cordura exquisita, con exuberancia milimétrica y con bohemia pasión. No es un genio loco, es un sastre historiador, un poeta, sus sedas pintadas son casi un milagro, y sus organza y dentelles, frémissantes, sus maniquíes no son histriónicas cupleteras, son damiselas de exquisita quietud o faranduleras de porte angelical.





























































Es una auténtica delicia disfrutar del patritismo bipolar de Christian, de su exceso sin recargo, de su pictórico remango y su dominio intrasigente del color. Un clásico que nunca defrauda. Un tótem del buen gusto que recurre pero no aburre, que entretiene y siempre eclipsa sin déficit de pretensión.























































































































































































7 comentarios:

Di dijo...

YO QUIERO EL VESTIDO AZUL KLEIN DEL ÚLTIMO BLOQUE que bellaza por Dior.

Un beso

Lucio dijo...

Este es alta costura fabulosa,bien confeccionada,coherente,artesanal y refinada,chic frances autentico,amo lacroix,me chifla.

thesil dijo...

Esto es Alta Costura y no el desastre de Chanel o el pret-a-porter de Givenchy.
Me apunto también,como di, el vestido azul tinta. Divino!

Shopaholic dijo...

Si, es una delicia ver desfiles como este.

Un beso!

María dijo...

Genial Lacroix, me pido unas medias tie-dye ya! ;)

Soy yo, ¿o esta semana de la Alta Costura está siendo especialmente buena? No se, quitando Armani (que me aburre como una mona) el resto me ha encantado. Mención especial a Riccardo Tisci para Givenchy.

P.D. da gusto leer tus post, de verdad.

Holly Golightly dijo...

Lacroix es un genio. Un hombre entre niños, un modisto entre diseñadores.

alterego dijo...

Completamente de acuerdo. Lacroix no se traiciona, no se deja influenciar, es un artesano. Quizá sea, de verdad, el último couturier. Un gozo total. Bss.


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