sábado, 30 de junio de 2007

Cory that

O cómo convertirse en icono estando en las antípodas del glamour.
Lo malo es que aunque esté en el ocaso del buen gusto, Cory, esa chica con más pinta de okupa que de niña bien de Beverly Hills, atrae.
A mí personalmente me gusta.
Su dejadez me parece sugestiva.
Tiene pinta de no lavarse demasiado.
Y de tener aliento cervecero.
No es muy amiga del peine y su rasgo más particular son sus dientes amarillentos y sus moretones y heridas en piernas y rodillas (atención porqué las pequeñas heridas sangrientas son el leitmotiv de muchos de los retratos de su mentor en la red, Mark the Cobra Snake)
Vamos que entre ella y un crío de cuatro años magullado de tanto caerse de la bici en sus primeros pinitos cómo ciclista, va nada.
Pero a mí, me gusta.
No sé que la distingue del resto de niñatos "pseudo precursores de todo" afincados en los pudientes valles californianos.
Combina calcetines blancos de Wal-Mart con zapatos masculinos de mercadillo. O camisetas con manchas de grasa firmadas por Jacobs, con leotardos fluorescentes al más puro estilo M.I.A.
Tiene ese look desaliñao que se lleva ahora entre las jets.
Pero me da que el suyo no está estudiado.
Ella es así.

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