







Verónica Etro nos deleita a través de ésta colección con una estampa folclórica-onírica-castrense-"rubikiana".
Y que viva la libertad terminológica.
De momento, es la colección que más me ha llamado la atención.
Aunque me recuerde ligeramente a Chesquière.
Y me guste no por lo extraordinario de sus piezas a nivel individual sino por su propuesta estética global.
Porqué aglutina todos los elementos posibles sin resultar empalagosa u hortera.
Es vanguardista y artesanal.
Es étnica y urbana.
Es colorista pero templada.
"Ultraestampada" sin irritar.
Muy desenfadada, eso sí.
Y atrevida con el gusto. Vamos, un poco temeraria. Pero resuelta en su audacia.
Muy simbólica.
Y llena de luz.
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