
De Gaudí, a París.
De París, al cielo.
El universo mágico del creador catalán se suma a la grandeza de otro no menos fantástico mundo: la alta costura.
No será fácil defender la estela de sus iberos predecesores, Pertegaz, Rabanne o Balenciaga, pero el diseñador, preciosista donde los haya, se ha mostrado ya entusiasmado y pletórico ante semejante reto.
Naif y barroco, Josep Font pinta a la mujer etérea pero suntuosa, femenina pero aniñada, muy burguesa, casi regia, aunque con aires prácticamente de hada.
No es una moda fácil.
Es hipersensible y delicada.
Es minuciosa, adornada, plagada de detalles, pero pulida, concienzuda, milimétrica en sus cortes y patrones.
Asombrosamente exacta.
Sus modelos parecen polichinelas, sonrosadas, pálidas, y articuladas.
La percha perfecta para sus piezas en ocasiones bucólicas, a veces incluso abstractas.
Su proximidad a la HC le avala, y cuando la tendencia es precisamente escapar de ésta hacia la "moda de masas", Font, recoge el testigo con ansias.
Huele a estancia larga.
¿Próxima parada?
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