






Fuera opulencias: Cavalli se apea de sus exuberancias setenteras de antaño para trasladarnos a principios de siglo y su blanca palidez.
Lo que no deja son los flecos.
¿Se le apagó la luz al rey de los brocados?
¿Es éste el fin del total print leopard look?
No, el testigo lo han recogido otros...
Así que Cavalli aparca sus fetichismos y cede a su lado romántico mostrándonos una mujer mucho más sosegada y ligera de lo que nos tenía acostumbrados.
Mucho más grácil y etérea.
Más natural.
Casi irreconocible.
Aunque me recuerda mucho a la mujer Font.