









Hoy estoy poco habladora y menos escribana.
Hoy llevo un pañuelo puesto, porqué me duele la garganta.
Aunque tras pasar por la suite, ya me encuentro mejor.
Aunque tras pasar por la suite, ya me encuentro mejor.
Y ya estoy lista para rendirle homenaje lingüístico a la prenda estrella de la temporada.
Tras un tiempo relegado al olvido del atuendo y condenado al oscurantismo estilístico, el pañuelo, pañoleta o cómo lo queramos llamar, vuelve a la calle con fuerza.
Yo misma estoy a él abonada.
Y aunque, cuando lleguen tiempos peores, no me arriesgo a desterrar la cálida lana, de momento tiro de mi trocito de tela enroscada.
Mi talismán (entre millones de ellos que acumulo en el armario, hurtados discretamente a mi madre, añada a añada) es un especímen lituano que me regalaron hace bastantes años y al que nunca creí sacarle tantísimo partido, amén de las modas pasajeras, y del boom de las pashminas e infinitas bufandas.
Así que hasta que no me pele de frío y me coja una galipandria de las serias, yo y mi pañuelo, juntos, caiga quién caiga.
1 comentario:
Ey arriba ese ánimo!! Denoto cierto grado de desgana alarmante asi que...vente a la suite que el champagne está en la cubitera. Un besazo y cuida esa garganta!! con un pañuelo hermoso por supuesto..
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