
Las que cambian Yale por el Playboy.
Las que encima tienen madera. Como Lydia Hearst.
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Las que cambian Yale por el Playboy.
Las que encima tienen madera. Como Lydia Hearst.
Dicen de ella que será la sustituta de su tocaya. Y se cuenta por ahí que razones haylas para temer al lobo feroz: en tan sólo 10 años ha hecho del Vogue ruso uno de los de mayor tirada del mundo y con mayor número de páginas anuncio (que al final, son las que cuentan, que eso de que el Vogue pese dos kilos, no es por nada).
Aliona quiere sofisticar a la nueva rica que tira de pieles, joyones, escotes, y uñas postizas. Su función es básicamente social: que su nación deje ser un país de muñecas matrioschkas con pinta de Paris Hilton y aproveche sus recursos naturales (en términos de belleza) para recuperar esplendores de antaño. Pasando por encima de los bolcheviques, y tal. Y es que aparte de modelos, bailarinas o putas, hay vida más allá.