







Observo las revistas y todo parece estar teñido de futuro.
Todas las tendencias se reinterpretan en base a una máxima: la enmienda.
Generación hi-tech.
¿Ha muerto el romantacisimo?
¿Se ha dormido el vintage?
No.
Todo vuelve.
Todo se recicla y reinventa.
Pero eso ya lo sabíamos.
No se trata tan solo de innovar en cuestión de tejidos, formas o siluetas.
Se trata de recrear un déjà vu jamais vu. Regenerarse.
¿Quién dijo que segundas partes nunca fueron buenas?
Las bases son unas y a partir de éstas toca jugar, experimentar, tergiversar, mezclar, enredar,replantear o resucitar.
Todo deviene atemporal.
Todo revierte.
Todo es fuente de inspiración.
Y eso es lo complicado.
Que lo que vuelve, vuelva cómo otro. Cómo un todo.
Éste invierno triunfan la lana y el punto inglés, el lurex y el lamé.
Las plumas, el volumen, los lazos y volantes, las líneas rectas y las estructuras armadas o la microfibra acolchada.
El monocolor, la tinta china y el degradé, la piel, lo escocés, el nuevo monje y el espíritu Poiret.
Pollock y Van Eyck.
La globalización, la opulencia, los aires masculinos, las sirenas, y los sastres "reconfigurés".
¿Polos opuestos?
¿Propuestas irreconciliables?
¿Apuestas impracticables?
¿Sinsentidos reprobables?
No.
Moda, sin más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario