



Maravilloso Valentino.
Glorioso en la parte final del desfile cuando la paleta de colores se sosega.
Pero florece.
Sale a relucir el lado bucólico del creador.
Se dejan atrás aquellos colores de rigor del glamour noctámbulo para dar paso a los tonos pastel.
Mucho más etéreos e inocentes.
Y se hace la luz.
Cúal Maria Antonietas sin corromper, la palidez de las modelos se vuelve salud.
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